A las áridas laderas que bordean la gran ciudad de Lima en Perú, llegan a diario solitarios ciudadanos o pequeñas familias, a instalarse en ese desértico lugar, sin importar las difíciles condiciones por las que deban pasar, con tal de ubicarse más cerca de las oportunidades de trabajo o estudio que hay en esta capital de nueve millones de habitantes.

Atraídos por la ilusión de progreso, de todos lados llegan a humildes casas donde los reciben familiares o amigos. Los que no tienen esa suerte, se ubican en el último rincón de los empinados caseríos, en donde construyen de la nada, rudimentarias viviendas con materiales frágiles para vivir allí.

Ahí comienza su dura lucha por la supervivencia, lo primero que los asedia es la necesidad del agua. No hay. A estos lugares ubicados en la parte alta, solo llega dos veces a la semana en camiones cisterna y hay que pagarla cara. Solo les surten 1.000 litros que deben atesorar en cilindros o canecas plásticas y la usan para todo.   

Llevar agua potable para satisfacer las necesidades básicas a cerca de dos millones de personas que habitan estas zonas en la periferia de Lima, ha sido un desafío durante décadas para los gobiernos de turno que lo han intentado. Más aun si se toman en cuenta las difíciles condiciones topográficas y extensión del terreno, y el crecimiento demográfico de la población en esos sectores entre otras variables, lo hacen complejo.

SEDAPAL que es el Servicio de Agua Potable y Alcantarillado de Lima, aun no ha llegado con su red domiciliaria a estas zonas marginadas y mientras trabaja para ofrecer su servicio con una red que no es moderna y tiene un alto porcentaje de conexiones fraudulentas, por ahora y como consecuencia de la pandemia, solo llega a los más pobres de esos sectores con carros cisterna para brindarles agua gratis, a fin de ayudarlos a prevenir los efectos de la Covid 19.

El Plan Nacional de Saneamiento 2017-2021, fue puesto en marcha con el objetivo de conseguir el acceso y cobertura universal a los servicios de saneamiento para mejorar la calidad de vida de los peruanos. En ello, invertirán más de 14 millones de dólares, sin embargo, la realidad en la periferia de Lima e incluso en otros departamentos del país, todavía no resuelve la escasez de agua potable para sus ciudadanos.

Pero el reto de llevarle agua potable a los más pobres en el Perú, vas más lejos. Según el SINIA (Sistema Nacional de Información Ambiental), y el INEI (Instituto nacional de Estadística e Informática del Perú) en el país hay entre 7 y 8 millones de peruanos sin acceso seguro a redes de agua potable y no hay ninguna zona habitada con el 100% de cobertura con agua de calidad.

Sus estadísticas revelan por ejemplo, que en el departamento de Loreto, una región ubicada al norte del país, tan solo el 55.2% de sus habitantes tiene acceso al agua potable. En otros departamentos como: Cajamarca y Pasco, solo el 55,3% y el 57,1%, respectivamente tienen fuentes seguras de agua.

Adicionalmente, aseguran que en la región de Puno el 66,9% de sus habitantes tienen el vital líquido puro para beber. En Ucayali, al agua tratada acceden el 72.8% y le siguen Huánuco con el 75.6% y Tumbes con el 81.1% de sus habitantes provistos con agua sana en sus hogares.  

Sus investigaciones, dan a conocer que los departamentos que mejor cobertura de agua potable tienen, son: Moquegua con 97%, Ancash, Tacna y Callao con más del 96.1% y la Provincia de Lima con el 95.4% de sus ciudadanos con conexión segura al agua limpia.

Entre tanto, en materia de calidad del agua en el Perú, la FAO reveló que según sus estudios, hay preocupación por el efecto que tienen en el agua que consumen los peruanos, debido al impacto que tienen los vertimientos al suelo y las fuentes hídricas, que resultan de las actividades propias de la gran industria, la minería entre legal e ilegal, así como la agricultura tradicional entre otros.

No suficiente con ello, este organismo internacional, dice en sus informes que han detectado una contaminación parcial con plomo, manganeso y hierro en 16 de los 62 ríos que bañan la región costera.

De esta manera, el desafío de llevarle agua potable a los más pobres o a quienes viven distantes de los centros urbanos en el Perú, requiere un gran esfuerzo institucional si se tiene en cuenta que en el área rural, hay cerca de 97.000 centros poblados con menos de 2,000 habitantes cada uno que exigen y tienen el derecho a este recurso de calidad.

Foto: Cortesía lampadia.com

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