La realidad del acceso al agua potable para cerca de 28 millones de personas en América Latina y el Caribe, es tan cruda como el líquido que beben a diario familias enteras que no tienen otra alternativa que recogerla para su consumo de fuentes contaminadas,  tomarla del afluente natural más cercano sin tratar, o, cuando bien les va, acopiarla de las lluvias que caen solo durante los inviernos.

Las consecuencias las padecen los más pobres. Es uno de tantos precios que tienen que pagar por vivir en zonas donde no hay acueductos o en donde, por diversas razones, la capacidad de los gobiernos no llega con su oferta institucional de agua potable y saneamiento básico.

Lo dicen la Organización Mundial de la Salud, todas las instituciones sanitarias de los países, e incluso las ONGs de derechos humanos «El agua contaminada transmite enfermedades que originan diarrea, el cólera, la disentería, la fiebre tifoidea y la poliomielitis». Sin embargo, saberlo no es suficiente, el punto es que en pleno siglo 21, hay millones de personas en el planeta que no tienen acceso a una fuente segura de agua potable; una angustiosa situación que no solo atenta contra salud sino contra la dignidad de millones de seres humanos en desventaja por su condición social.

Adicionalmente, dice la OMS, que en los países menos adelantados, el 22% de los centros sanitarios carecen de fuentes de agua, el 21% de servicios de saneamiento, y el 22% de servicios de gestión de desechos,  variables que sin duda aumentan el riesgo en contra de la salud de las personas que viven en esas condiciones. 

El fenómeno es fácil de identificar. Se ve de lejos en la piel y en los ojos, principalmente de los menores de edad a quienes las aguas crudas impactan y atacan con mayor ferocidad, a tal punto que les causa serias lesiones gastrointestinales que incluso los lleva a la muerte. En América Latina y el Caribe, las estadísticas que arrojan los estudios más recientes hechos por la OMS, revelan que por lo menos 7.600 niños fallecen como consecuencia de enfermedades asociadas al consumo de agua no potable.  

Aunque los gobiernos hacen esfuerzos por garantizar a sus ciudadanos el acceso al agua potable, no solo en America Latina y el Caribe sino en otras latitudes del mundo, aun existe un incalculable número de comunidades que carecen del vital líquido, bien sea porque las soluciones que les ofrecen no eran las correctas y no funcionan o sencillamente porque nunca los han tomado en cuenta para surtirles agua de calidad.  

Si bien el panorama en las comunidades afectadas es desesperanzador, con el agravante de que pasará el tiempo y su carencia seguirá siendo una necesidad apremiante sin solución a la vista, la respuesta la tienen los gobiernos de turno, quienes ya tienen a la ciencia y la tecnología a su disposición para brindarle soluciones eficientes e inmediatos de agua potable a los más desfavorecidos. 

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2 Comentarios

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